Por Matthew Karnitschnig y Heidi N. Moore
El éxodo ha empezado.
Una serie de banqueros de inversión importantes está abandonando las principales instituciones de Wall Street en medio del lúgubre panorama económico, un mayor escrutinio público de los paquetes de remuneración de estas firmas y las turbulencias cada vez más fuertes en sus propias oficinas.
Wall Street ha anunciado decenas de miles de despidos desde que la crisis financiera empezó a empeorar a fines del año pasado. Pero la mayoría de firmas habían podido retener a sus principales generadores de ganancias, los banqueros más experimentados con buenas relaciones que lograban producir ingresos en operaciones de emisión de bonos y acciones, además de la asesoría en fusiones y adquisiciones.
Eso ha empezado a cambiar, a medida que la intervención del gobierno en la industria financiera ha comenzado a poner un fin a la cultura del exceso y enormes sueldos que prevalecía en las firmas de Wall Street.
Tan sólo en la primera semana de marzo se anunciaron varias retiradas de ejecutivos de alto rango: Jean Manas, director de fusiones y adquisiciones para las Américas de Deutsche Bank; Fehmi Zeko, financista de medios para Deutsche Bank; y el director gerente de UBS, Jeff Sine. Los anuncios se hicieron después de que una sucesión de banqueros de alto rango abandonara recientemente grandes firmas, incluyendo Robert Scully, un veterano de Morgan Stanley; el ex vicepresidente de la junta UBS, Robert Gillespie; y George Ackert, ex jefe del grupo de transporte de Merrill Lynch.
En Londres, el éxodo de talento no ha sido menos agudo que en Nueva York. En Bank of America, por ejemplo, donde por un lado los banqueros tratan de capear la crisis financiera y por el otro luchan por superar los problemas de la tumultuosa adquisición de Merrill Lynch, muchos funcionarios de alto rango han abandonado el barco. Muchos de ellos, asimismo, incluyendo Mark Aedy, quien recientemente fue nombrado jefe de banca corporativa y de inversión para Europa, se han marchado sin tener otro trabajo.
Algunos están tratando de unirse a firmas pequeñas y especializadas, como Evercore, Greenhill o Centerview Partners, mientras que otros contemplan abandonar el sector por completo.
Para algunos, la motivación detrás de su decisión es la misma que les atrajo a Wall Street en primera instancia: el dinero.
En el pasado, muchos de estos banqueros habrían estado tentados a quedarse en sus puestos debido a la parte de su remuneración percibida en acciones, acumuladas tras años en la empresa escalando rangos corporativos, desde el puesto de "analista junior" a director gerente. Pero eso tiene poca validez ahora, ya que muchas firmas se han reestructurado o han desa‐parecido al fusionarse con otras, quitándoles valor a las opciones de acciones.
Tensiones internas
El colapso del mercado también ha expuesto tensiones entre los operadores de la banca que generaron la mayor parte de las gigantescas ganancias —y pérdidas— en los últimos cinco años y los asesores que no arriesgaron capital de sus firmas.
"Sigo creyendo en el negocio de la banca de inversión, pero se ha convertido en una especie de ancla que no deja navegar, en el sentido que no parece haber una diferencia entre un banquero que da asesoría a clientes y que genera ingresos sin invertir capital y un operador cuyo empleo es como ir al casino cada día", señala un banquero de alto rango que sigue atado a acuerdos con su antigua firma.
Alan John‐son, de la firma de consultoría sobre remuneración de ejecutivos de Wall Street Johnson Associates, asevera que "en estos momentos, nadie puede decirles a los banqueros si recibirán una compensación por el trabajo que hagan en 2009".
Los banqueros en firmas que no cotizan en bolsa se han ahorrado la ira destinada a los empleados de bancos que han recibido apoyo del gobierno de Estados Unidos. Sin embargo, las firmas pequeñas no son un refugio seguro. Sus banqueros reciben casi exclusivamente lo que consiguen generar por sí mismos, mientras que las firmas más grandes de Wall Street históricamente han ofrecido remuneraciones algo más pequeñas pero bastante más
estables.
Revertir la fuga de talento podría llevar tiempo. Las firmas de Wall Street echaron a muchos banqueros de rango medio durante el bajón del mercado en 2001 y 2002, forzando a quienes ocupaban los cargos más altos a quedarse más tiempo. Como resultado, no hay una gran reserva de profesionales que estén escalando posiciones para reemplazar a los veteranos, que en muchos casos ya son ricos y se pueden retirar fácilmente.
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